Capitulo 15 y 16 de Cien años de soledad
CIEN AÑOS DE SOLEDAD
(Gabriel
García Márquez)
Capítulo
15
La lluvia cesa finalmente
después de casi cinco años, pero lo que deja no es alivio sino un silencio
húmedo y un pueblo disuelto en el olvido. Macondo ya no es el mismo. La
compañía bananera ha desaparecido como si nunca hubiera existido, borrada por
el agua y la negación. Nadie recuerda, nadie habla y el pueblo parece resignado
a la desmemoria. José Arcadio Segundo, cada vez más aislado, vive encerrado
entre los manuscritos de Melquíades como si su vida entera se hubiese reducido
a ese enigma cifrado. En la casa Fernanda impone sus reglas con la persistencia
de una reina sin trono, y continúa escribiendo cartas a una nobleza imaginaria
que nunca responde. Aureliano, su hijo, crece entre sombras, criado con
frialdad y desconectado de la historia trágica que lo rodea. Vive bajo un
nombre falso, ignorante de su linaje.
Capítulo
16
Tras la muerte de Fernanda del
Carpio, la casa Buendía queda en un estado de abandono casi absoluto. El joven
Aureliano, su hijo, queda prácticamente solo, habitando un espacio silencioso,
desordenado y lleno de polvo, sin ninguna figura familiar o afectiva que lo
guíe. Santa Sofía de la Piedad, quien aún sostenía con esfuerzo la rutina del
hogar, se retira en silencio, sin despedidas, derrotada por la soledad y la
miseria. Con su partida, la casa se sumerge en el olvido total. Aureliano,
tímido, apenas se relaciona con el mundo exterior. Encuentra algo de sentido en
sus visitas a la librería del pueblo, donde conoce a un pequeño grupo de jóvenes
intelectuales que se reúnen a leer, conversar y discutir sobre ideas
filosóficas y revolucionarias. Aunque todos comparten un aire de entusiasmo,
estas conversaciones carecen de fuerza práctica. Son teorías sin acción en un
pueblo que parece haber olvidado su propia existencia. Mientras tanto, José
Arcadio Segundo continúa encerrado en el antiguo cuarto del coronel Aureliano
Buendía, cada vez más consumido por la tarea de descifrar los pergaminos de
Melquíades. Nadie en el pueblo parece recordar quién es ni qué ocurrió antes
del diluvio. la historia se borra, el pasado se difumina, y Macondo entra en
una especie de letargo espiritual.
Opinión
Estos dos capítulos transmiten
una profunda sensación de abandono, soledad y desgaste tanto a nivel familiar
como social. Lo que más impacta es cómo Macondo después de la lluvia
interminable queda vacío como un pueblo que ha perdido la memoria y la voluntad
de vivir. La muerte de Fernanda del Carpio marca el fin de una era dentro de la
familia pero también deja claro que su visión del mundo, rígida y desconectada,
nunca encajó con la realidad de Macondo. Aureliano, su hijo, crece en un
entorno sin afecto, sin raíces claras, lo que lo convierte en símbolo de una
generación perdida. La casa Buendía, ahora que queda vacía y deteriorada,
refleja perfectamente la ruina emocional y espiritual de los personajes. Estos
capítulos son melancólicos y potentes. Muestran cómo el olvido y la soledad son
más devastadores que cualquier tragedia puntual.
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